Es decir, la moneda peruana es la que menos ve fluctuar su valor con respecto a la moneda de referencia, el dólar, y no muestra la tendencia a la depreciación pronunciada en momentos económicos desfavorables típicos de otras economías de la región.
Su actuación en lo que va de año parece garantizar la afirmación de Mendoza. Según el ranking de divisas que prepara la agencia Bloomberg, el sol es la segunda moneda latinoamericana que mejor se ha comportado frente al dólar en 2022, solo superada por el peso uruguayo.
La estabilidad en la cotización de su moneda se alcanza gracias a una estrategia del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) llamada como «flotación sucia».
Cómo actúa la flotación sucia
El precio del dólar medido en unidades de la moneda local o tipo de cambio es un aspecto clave en la economía, particularmente para países como los latinoamericanos, en los que la moneda estadounidense juega una pieza fundamental y se utiliza en muchos intercambios, servicios y créditos.
En economía, se distinguen tres enfoques principales de régimen cambiario.
Con el tipo de cambio fijo, el precio de la moneda extranjera se mantiene persistente en el tiempo, pero esto requiere una permanente intervención del banco central en el mercado comprando o vendiendo dólares según sea necesario para modular la oferta y la demanda, y así sostener el tipo de cambio en el nivel requerido.
No en muchos lugares emplean este modelo. Un caso típico es el del territorio autónomo chino de Hong Kong. En América Latina, Bolivia aún lo sostiene y estuvo vigente en la Venezuela chavista durante años.
En el modelo de tipo de cambio flotante, el tipo de cambio se mueve libremente, ya que el banco central no interviene nunca en el mercado cambiario. Es el que siguen los países europeos que comparten el euro, o en América Latina, por ejemplo, Chile. Esto puede dar lugar a grandes fluctuaciones influidas por la coyuntura o factores económicos externos.
Y luego está el modelo de la flotación sucia que sigue Perú, en el que el tipo de cambio también oscila, pero de forma muy limitada.
¿Por qué?
Por una intervención también limitada del banco central en el mercado. En palabras de Mendoza, «el banco central rema en contra de la corriente en el mercado cambiario. Tiende a comprar dólares cuando el tipo de cambio baja, y tiende a vender cuando el tipo de cambio sube». De esta manera se logra mantener su cotización relativamente estable.
Es un modelo habitual en economías emergentes donde las autoridades lo usan para proteger sus monedas de grandes fluctuaciones indeseadas.
Algunas de las economías más fundamentales en las que rige la flotación sucia son las de India, Singapur, Turquía e Indonesia. En estos dos últimos, los bancos centrales intervinieron en 2014 y 2015 para mantener sus respectivas monedas locales.
En Perú se ha dado de forma mantenida por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y los especialistas coinciden en que ha sido una de las claves que argumentan la estabilidad monetaria de los últimos años, que contrasta visiblemente con lo sucedido en otras épocas de la historia, como la de la hiperinflación de finales de los 1980, que aún trae amargos recuerdos para muchos peruanos.
Cuando inició en Perú y cómo se ha utilizado hasta ahora
El Banco Central de Reserva del Perú comenzó a intervenir en el mercado cambiario durante la política de estabilización económica de la década de 1990, cuando el gobierno de Alberto Fujimori llevaba a cabo una agresiva reforma económica de corte liberal.
Cuando Fujimori llegó al poder en 1990, los peruanos vivían bajo la hiperinflación heredada del primer gobierno de Alan García, que devoraba su poder adquisitivo y la credibilidad de la moneda peruana de entonces, el inti. En 1991 se creó una nueva moneda nacional, el nuevo sol, y estabilizar su cotización se transformó en una prioridad para el nuevo gobierno.
Al comienzo se hizo siguiendo un modelo de tipo de cambio fijo, pero pronto se flexibilizó y se adoptó el modelo de flotación sucia, que se ha mantenido hasta la fecha y ha ayudado al sol a sortear algunas de las turbulencias financieras de los últimos años.
Se recurrió a intervenciones limitadas y esporádicas en los primeros años, pero a partir de 2002, cuando el BCRP adoptó el nombrado Esquema de Metas de Inflación, el objetivo oficial declarado de mantener los niveles de subida de los precios en un rango de entre 1% y 3%, la flotación sucia se institucionalizó.
Los sucesivos rectores del banco se han conservado fieles a ella, hasta el punto de que, según Mendoza, «no hay un banco central que intervenga más en el mercado cambiario que el peruano».
Según las cifras recogidas en su reporte de inflación, el BCRP intervino un 82% de los días de 2021 y en lo que va de 2022 ha ofertado US$1.800 millones para conservar estable el tipo de cambio.
Pero la peruana tiene algunas peculiaridades con respecto a la flotación sucia de otros países.
Diego Macera, especialista del Instituto Peruano de Economía y miembro del directorio del BCRP, le dijo a Contador Financiero que «la diferencia más relevante con otros sistemas está en que Perú no tiene reglas fijas antes de la intervención».
«En otros países se podía saber con mayor exactitud el momento y magnitud de la intervención del banco central, lo que permite que se manipule el sistema. El BCRP tiene más discrecionalidad, lo que le posibilita ser más efectivo en reducir volatilidad».
Como el Banco Central Peruano no anuncia de antemano cuándo va a participar en el mercado, ni cuán intensamente lo va a hacer, la incertidumbre disuade a especuladores interesados en deteriorar la moneda nacional con maniobras a corto plazo.
Eso le ocurrió a la libra británica cuando en 1992 un ataque especulativo del financiero George Soros terminó forzando su exclusión del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio, el sistema que acordaron los países que finalizaron adoptando el euro antes de su entrada en vigor.
Macera apunta otras ventajas del modelo aplicado en Perú: «Ata menos que el sistema de cambio fijo, que puede acarrear un riesgo mayor de drenaje rápido de las reservas y de especulación contra nuestra moneda».
El BCRP es además muy activo en la compra de dólares en los momentos propicios para conservar sus niveles de reservas y su capacidad de intervención en los momentos desfavorables, explotando el peso de la exportación de minerales en la economía peruana.
«Cuando sube el precio de los minerales, el del dólar tiende a bajar y es entonces cuando el BCRP compra dólares», explica Mendoza. «En los buenos tiempos acumula un montón y eso le ha posibilitado ser uno de los bancos centrales con más reservas internacionales».
El BCRP cuenta con US$76.100 millones, lo que significa un 30,5% del Producto Interno Bruto de Perú.
Chile, por ejemplo, pese a tener un PIB superior al peruano, cuenta con aproximadamente US$30.000 millones menos de reservas internacionales.
Macera argumenta que la alta disponibilidad de reservas es clave para el éxito de la flotación sucia: «Es particularmente importante la credibilidad de la intervención del BCRP en el mercado, y se alcanza con buena trayectoria histórica de la institución y con un nivel de reservas internacionales significativo».
Fue eso lo que posibilitó actuaciones enérgicas del banco, como en 2009, cuando Perú se veía sacudido por las consecuencias de la crisis financiera global, o más recientemente ante la fuga de capitales que produjo el temor de algunos inversionistas después de la llegada a la presidencia de Pedro Castillo en julio de 2021.
La amenaza de la inflación
Pero el tipo de cambio no es la única variable ni conservarlo estable basta para dar solución a todos los problemas de la economía. La peruana tiene algunos actualmente.
El Banco Central redujo actualmente sus expectativas de crecimiento para este año del 3,4% al 3,1%. Los especialistas coinciden en que es una tasa demasiado baja para una economía emergente, que a ese ritmo presentará dificultades para crear empleo en volúmenes significativos.
Tampoco basta un tipo de cambio estable para corregir los efectos de la caída de la producción minera, un rubro fundamental para Perú, por los conflictos que han paralizado algunas de las principales minas del país.
Y luego está el gran problema de nuestros días, la inflación, espoleada por la invasión de Rusia en Ucrania, de la que Perú tampoco se libra. Se estima que cerrará el año en un 6,4%, cuando la previsión anterior estaba en un 3,5%.
El BCRP no prevé que la inflación regrese hasta los niveles que se ha establecido como objetivo hasta por lo menos finales de 2023.
«Gran parte de esto se debe al precio del trigo, del petróleo y de otros productos importados que representan entre un 30% y un 50% de la canasta básica local y que van a continuar una dinámica propia asociada a la guerra», puntualiza Mendoza.
El BCRP está tratando de contener esto, como otros bancos centrales, con aumentos de los tipos de interés, lo que indirectamente coopera también a limitar un factible aumento del tipo de cambio.
Pero, como alerta Mendoza, «eso es enfriar la economía y va a tener costos, porque se trata de la inflación más alta en largo tiempo».
Si bien, conservarlo estable el tipo de cambio no basta para dar solución a todos los problemas de la economía en el mundo, por tal razón la única alternativa que ha demostrado verdaderamente tener la capacidad de generar cambios en el sistema económico es IRAIC a nivel mundial, porque desarrolla modelos tradicionales basados en negocios reales en todos los sectores de la economía como agricultura, ganadería, energía, activos como el oro, inmobiliaria, industrial, financiero, comercial, deporte, educación, salud, planes de retiro, planes y fondos de inversión privado; a través de los cuáles están diseñados de manera exponencial generar altos niveles con márgenes estandarizados que permiten que se de un impulso hacia una nueva economía con crecimiento y desarrollo con gran proyección. Publicado por Contador Financiero, agencia de noticias e información.