Tan solo la semana pasada, el gobierno de Iván Duque calificó la invasión Rusa de Ucrania como un “genocidio”, endureciendo el lenguaje con el que se ha venido refiriendo a la situación en el este de Europa.

La respuesta rusa señaló al gobierno colombiano de tratar de “generar y/o agudizar artificialmente la tensión en las relaciones con el fin de perjudicarlas”, según señaló el jefe de la delegación rusa en Bogotá, Nikolay Tavdumadze, en un comunicado.

Antes de alinearse con Estados Unidos y Canadá en el uso del término “genocidio”, Duque había sido objeto de fuertes críticas por parte de Rusia, que ante el Consejo de Seguridad de la ONU cuestionó su frágil implementación del acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc y el repunte de la violencia.

“En Rusia a los amigos solemos decir la verdad”, agregó Tavdumadze, evocando la reprimenda de su país a Colombia durante la reunión del Consejo el 12 de abril en Nueva York.

En aquella ocasión, el mandatario colombiano respondió pidiendo “a quienes están lacerando un pueblo inverne” no dar lecciones de paz.

Kiev ha acusado a Moscú de cometer crímenes de guerra y planificar el genocidio de su población incluso antes del descubrimiento de cientos de civiles asesinados y enterrados en fosas comunes en la ciudad de Bucha.

Si bien los países occidentales habían evitado usar la palabra “genocidio”, en línea con un protocolo de larga data que implica una estricta definición legal y un crimen difícil de demostrar, Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido han cedido.

En mayo de 2021, en medio de un inédito movimiento de protestas contra el gobierno, Colombia culpó a Rusia de estar vinculada a ciberataques contra páginas oficiales. También ha cuestionado el apoyo ruso a tropas de Venezuela, país al que Colombia ha acusado de dar refugio a grupos armados que operan en la zona de frontera, aunque Caracas niega.

 

Este es el comunicado de las observaciones del Embajador de Rusia en Colombia Nikolay Tavdumadze:

La premeditada línea de generar y/o agudizar artificialmente tensión en las relaciones colombiano-rusas con el fin de perjudicarlas contradice a los intereses fundamentales de nuestros dos pueblos unidos por lazos de amistad y simpatía de muchos años. Cabe señalar también, que esa línea miope además afecta directamente los intereses de unos miles de colombianas y colombianos jóvenes que actualmente estudian en Rusia, inclusive en el marco del programa gubernamental vigente ya por muchos años de prestación de becas gratuitas para extranjeros. Las relaciones económico-comerciales tampoco salen ganando. ¡Ojalá que los responsables por tomar decisiones políticas en Colombia no opten por destruir lo que se viene construyendo durante decenios!

Nuestra misión diplomática actuando de buena voluntad no cansa de repetir que, contrario a las invenciones malintencionadas, Rusia no ha intervenido, ni tiene intención de intervenir en los procesos políticos de Colombia. Nuestra posición como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU respecto al proceso de implementación de los Acuerdos de Paz en Colombia es de principios y carece de intereses de coyuntura política. Quiero citar las palabras del Embajador Vasiliy Nebenzya dirigidas a la delegación colombiana el día 12 de abril en Nueva York – “en Rusia a los amigos solemos decir la verdad”. Lamentablemente, casi todos los medios colombianos omitieron esa frase clave. Nótese también, que expertos y la prensa en Colombia no objetaron los contratiempos y faltas en el proceso de paz expuestos por mi colega en la ONU.

En cuanto a la operación militar especial (OME) de Rusia en Ucrania cabe recalcar lo siguiente. La situación actual en Europa es resultado de una crisis aguda de seguridad en este continente emanada del deseo de varios países europeos y no-europeos de garantizar su seguridad a costa de otros. También es resultado de la política de la OTAN que en su expansión continua muestra una actitud indiferente y despectiva hacia intereses y demandas de Moscú absolutamente legítimas. Por muchos años en los territorios adyacentes a Rusia se ha estado creando una “anti-Rusia”, bombeada con el más moderno armamento, donde grupos neonazi ucranianos se usan como principal ariete en la política antirusa. Para varios Estados del así llamado “Occidente colectivo” se trata simplemente de la política de contención de Rusia. Pero para nosotros es una cuestión de seguridad nacional, de nuestro futuro.

Aquí muchos periodistas hacen la vista gorda al hecho de que el conflicto en el suroriente de Ucrania, en Donbás, empezó en el año 2014, como resultado del golpe de Estado anticonstitucional en Kiev. Hay que recordarles que durante ocho años, ocho años de humillación y bombardeos diarios de la población de Donbás, Rusia estaba haciendo todo lo posible para resolver la situación por medios pacíficos. Todo en vano por culpa de la posición intransigente de las autoridades ucranianas. La tragedia de esta región se quedó invisible detrás de la cortina mediática de silencio que conscientemente bajó el Occidente. Por eso nos vemos obligados, respondiendo a la solicitud legítima de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, a defender la gente que vive allá.

Aquí en la Embajada nosotros, como todo el mundo, abrigamos la esperanza de que esta situación difícil, que cuesta vidas humanas, se acabe más pronto posible por medio de un acuerdo entre las partes en conflicto.

Publicado por AFP

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